El
espíritu sectario
1) El Espíritu: Es
una realidad espiritual, por lo tanto, en cierto modo inasible al entendimiento
y difícil de poner en evidencia con palabras. Sin embargo, tiene más densidad
ontológica, mayor calidad substancial, y mayor concreción que las realidades de
orden físico, psicológico o afectivo.
Como se asienta en el alma, afecta primero a lo que es de su mismo orden.
Es por esto que la primera cualidad notable de este espíritu es la de ofuscar a
los que inficiona. Y es así porque o hay en el sujeto algún desprecio a la
razón o algún defecto en ella por hábito.
En consecuencia, este espíritu sojuzga con cierta facilidad a quienes
participan de él, volviéndolos refractarios a toda inteligencia, razonamiento o
argumento que requiera de las luces de la razón. Por esto, debe comprenderse –y
debe comprenderse bien– que no es un espíritu que se pueda exorcizar con razonamientos
allí donde hizo asiento.
En esa inteligencia, este escrito no está dirigido a quienes le han
dado asa.
2) Espíritu sectario: El
espíritu al que nos referimos tiene por nota distintiva crear, allí donde inficiona,
una tendencia a confundir una determinada institución de
Por lo mismo, quien se ha entregado a él tiende a creer que en su
grupo, clan, cofradía, asociación, movimiento, pía unión, comunidad,
congregación, instituto u orden religiosa se contienen todas las riquezas
necesarias para la salvación. Convencido de ello, el sectario se obliga a
despreciar lo que no considera «propio» de su agrupación.
3) Espíritu farisaico: Para
justificar esto, el espíritu sectario
comienza por compararse con los demás, dando por supuesto que su secta es inmaculada;
que carece de defectos; que es impermeable al mal o que el mal necesariamente
la mejora y nunca la perturba; que sus miembros tienen por especial providencia
una particular protección del pecado y que están menos expuesto a las debilidades
comunes a los demás mortales.
A partir de este malsano reflejo de comparación este espíritu sutil
trabaja a los sectarios en su interioridad convenciéndolos de que son mejores
(la nota plural del «nosotros» disfraza la intolerable altanería que connota
esta convicción).
La prueba de que son mejores reside en que forman parte de la secta.
4) Espíritu divisonista: Por lógica consecuencia, todo aquel inficionado de
este espíritu tiene señalada inclinación a dividir al resto de los hombres en estos
precisos términos: por o contra su secta. Este espíritu divisionista y
excluyente usurpa los títulos universales de
Por esta razón, en nombre de la «salud», el sectario no tiene inconveniente
en introducir divisiones allí donde reine cualquier unión que no se integre
precisamente en los modos y confines que la misma secta precisa: toda otra
unidad de hombres, sea institucional, amical, familiar o vecinal, debe ceder
ante la convicción de los sectarios de que su agrupación representa una unión
de hombres trascendente, superior y más fuerte que cualquier otra.
5) Espíritu usurpador: Por
otra parte, el espíritu sectario y excluyente se atribuye todos los carismas de
A resultas de estos «concilios» y «decretos» de su máxima autoridad
-que no siempre coincidirá con la estructura jerárquica «oficial» de la secta-,
surgirán afirmaciones, tomas de posición e instrucciones de carácter marcadamente
dogmático en materia prudencial.
Los sectarios repetirán con incansable autoridad que quienes no
pertencen a su secta no la entienden, precisamente porque están fuera de la
secta.
6) Espíritu
esclavizante: Es por esto que no alberga en su seno
sujetos de espíritu libre y sus miembros serán acostumbrados a abroquelarse en
torno a determinadas «posiciones» ante temas de suyo discutibles pero que, por
haber sido resueltos con anterioridad en un escalón más alto, no son ya
pasibles de especulación, inteligencia o crítica ninguna.
Un férreo cultivo de la obediencia asegura su aparente consistencia
frente a los ajenos y engendra en sus reclutas un espíritu de ciega adhesión
personal a los jerarcas de la organización, sin posibilidad de examinar ninguna
de sus determinaciones, conductas y mandatos.
Por esta razón, se advertirá fácilmente que aquellos que se formaron
en tiempos y lugares donde no reinaba este espíritu conservan trazas de un
talante menos pobre y más flexible que aquellos jóvenes esclavizados de buenas
a primeras.
El tipo humano resultante será un «zombie» que en ocasiones puede
volverse cruel, en tanto y en cuanto vaya despersonalizándose a fuerza de
violentar su conciencia y la de los demás.
7) Espíritu estrecho: El
voluntarismo consecuente hará que aquel inficionado por este espíritu tienda a
comportarse con obtusa univocidad frente a los misterios más profundos de
Consecuentemente, el sectario orquestará las voluntades con singular
desparpajo en la convicción de que sus designios responden a su iluminada
interpretación de
Esta estrechez de miras engendra cierto clericalismo, entendido en términos
de una desordenada estima del clérigo en cuanto tal y un inocultable desdén
hacia el matrimonio y todo cuanto con él se relaciona. Esto resulta así en
razón de que el núcleo sectario está conformado por quienes no tienen otra
dedicación personal sino la que le ofrecen por entero a la propia agrupación.
Si el miembro no es religioso o consagrado, su pertenencia y misión se entiende
como la de fortalecer –con los medios a su alcance– al núcleo consagrado, que
es el verdaderamente valioso.
Frecuentemente el sectario descubrirá que
8) Espíritu idolátrico: Este
espíritu ofrece protección, refugio y falsas seguridades que no le han sido
prometidas a
Aquí
aparece el profeta, jefe de la secta. De a poco, el profeta resolverá todas las
dudas, todas las cuestiones, todos las inquietudes y se constituirá en
insustituible guía para sus seguidores, instalándose en el lugar de su
conciencia.
El sectario se siente amparado por una organización y un profeta que
le resuelve todas sus inquietudes, generalmente suprimiéndolas. Así, al eliminar
toda inseguridad, todo desasosiego o sensación de desamparo, toda inquietud,
toda búsqueda del Dios Vivo y Verdadero, la imagen de Dios que se formará en los
sectarios será inevitablmente uniforme, segura y propicia para quienes integren
la agrupación: una imagen idéntica para todos, inmutable y, a la larga, inerte.
Progresivamente el Dios de los sectarios se irá despersonalizando, trasformado
en aliado mecánico de quienes son miembros de la secta, por el hecho de serlo,
lo que invierte el camino de
9) Espíritu vertiginoso: Poco
a poco, el lugar de Dios será ocupado por el autoerigido profeta que será la
única referencia del sectario: para él la voz del profeta será la voz de Dios.
La interpretación de
Como una serpiente mordiéndose la cola.
10) Espíritu demoníaco: Si
bien no todos los miembros de una secta se verán afectados en igual medida por
el espíritu que describimos, todos en mayor o menor medida se irán inficionando
con sus pestes y las consecuencias son fáciles de ver: dividirán allí donde
deberían fortalecer las uniones; se segregarán progresivamente del resto de
Por último, los cautivos de este espíritu, por lo que éste tiene de
ofuscación del discernimiento, terminarán poniéndose al alcance de otros aún
más malignos.
Como dijimos al principio, su exorcismo no es materia de nuestra competencia.
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