Por Peter Kreeft
Parece que no hay escape: o Cristo era Dios, tal como lo dijo, o era un loco de atar (no vengan con que era un gran hombre, etc..., eso no tiene sentido). Los únicos que parecen zafar de esta alternativa de hierro son los teólogos, je. Como explica Kreeft: "La primera vía de escape consiste en el ataque de los exégetas a las Escrituras, poniendo en duda su confiabilidad histórica. A lo mejor Jesús nunca reclamó para sí ser divino. A lo mejor todos esos molestos pasajes fueron invención de la Iglesia primitiva (decid “la comunidad cristiana”—suena tanto más moderno)." Y todavía hay otra vía de escape más. Pero, como habrán adivinado, son evasiones falsas a lo lógica más consistente. Al final les espera un jaque mate.