La religión es un opio.

¿Quién puede negarlo? La religión, con sus obligaciones, con sus prohibiciones, rituales, devociones, mandamientos, etc... es un embole. Recuerden cuando eran chicos: ¿Mamá, puedo salir a jugar a la pelota? Nada, hay que ir a misa. ¿Y cuando adolescentes? Con la señorita fulana, ¿puedo...? No, señor. Y ya de más grande, interfiere con nuestros planes, proyectos e imaginación. Hasta de viejos, puede parecer una cosa pesada, monótona, invasiva, molesta... No hay cómo negarlo. No sé si tenía razón Marx, que es el opio de los pueblos. Pero que es un opio, no hay cómo negarlo. Newman explica por qué.


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